jueves, 29 de noviembre de 2012

Jamás había reparado en la belleza onírica de esta playa. Parece diseñada para mí, o incluo por mí misma.
 - No te rindas. Sigue en la onda. No es necesario que te vayas todavía. Tienes que estar serena. Todos te quieren.

Hay varios pantanos. Los separan verjas que no puedo saltar. Contienen aguas turbias, marrones. Me dan miedo.
- De ahí vienes tú, princesa, pero no te rindas, no todavía. Mantén en tus labios el sabor afrutado de la última noche que dormiste de verdad, en tu enorme alcoba, protegida de los mosquitos, con sabor a mermelada de melocotón en los labios. 

¿Sabes, Arturo? Te veo entre las capas de niebla, pero no sé por qué no vienes, si deseo con fuerza besarte las mejillas, si lo único que quiero es entrar contigo al agua, nadar en círculos, secar la ropa fuera, vibrar con el frío. Eres mi amado y pareces una imagen de espejo.
- Resiste, preciosidad, pero no me llames Arturo. No sé quién puede ser ese caballero, pero tendrá que vérselas conmigo. No permito intrusos entre tú y yo. Vivo dentro del veneno si pienso que me dejas. ¡No te bañes en los pantanos, vuelve a casa! 

Anoche me reí muchísimo. Me vi en un lugar extraño, yaciendo en una cama con una sábana blanca, cubierta por una sábana verde, con puntas de arbustos en los brazos y muuuuuchos amigos duendes que bailaaaaaban y bailaban haciendo círculos a mi alrededor.
- Era su bienvenida, mi amor: te estaban rindiendo honores. No era nada de lo que temer. Volverás pronto, Sofía, y ya verás como te adaptas. Te explicaré lo que son los coches. Te explicaré lo que es un teléfono. Todo saldrá bien. A mí ya me fue bien antes. 

Estética en pruebas

Al mirar por la ventana,
cuando las hojas dan vueltas
y se disponen en espiral,
sólo para que yo las vea,
lo que siento aún no está escrito
y por eso, al escribirlo, tengo que ser responsable.

Tengo que reflejar
en un trozo de papel,
el papel que estás leyendo,
una idea que está en el aire,
en trozos de viento que son los que yo capto,
como señales difusas, 
como movimientos en vano, 
como tijeras que cortan el vacío
para luego sortarme también la razón.

Hace un día de perros.
Corren por las calles
de la ciudad que los acoge,
juegan graciosos entre ellos,
son más inocentes que nosotros.
Ven las hojas que yo veo,
con sus espirales,
pero las integran en sus esquemas,
las viven de otra manera,
de manera perra.

Y puedes ponerme delante
robots inteligentes que hablen,
que salten, que maten...
No llegarán nunca
donde el perro ha llegado,
nunca gracias al hombre,
que no sale de sí mismo y simplemente sobrevive,
aunque no lo sabe,
aunque se ve triunfando,
aunque se cubre de éxito a medida,
aunque se pone a girar también
dentro de espirales literarias,
o filosóficas, o incluso fantasiosas...

Y no sabe nada.

 

Supraeléctricos

¿Le has visto? ¿Te has dado cuenta de como va vestido? Hace unos años era un punky y se enamoraba con la misma facilidad que ahor. La diferencia es que ahora es eléctrico. Se pasea por las calles transmitiendo corriente y haciendo sentir vibraciones. Las antenas de televisión se vuelven locas: ¡se acabó la señal! ¡En lugar del partido de fútbol aparecen imágenes absurdas!

Hace poco, sin poder evitarlo, electrocutó a un gato. Yo estaba andando por allí cerca, y de pronto vi al gato saltando por toda la calle, y a unos turistas japoneses disparándole fotos. Seguramente están en Internet. Me reiré mucho si las encuentro.

Yo creo que este tío fue punky sólo para disimular los receptores eléctricos que creo que tiene en su cabeza. No todo el mundo tiene tecnología incrustada, pero él sí, seguro que sí...

...Porque, si no, ¿por qué se dejó esa cresta? ¿Y por qué me vibra el cuerpo, de arriba a abajo, cada vez que se me cruza? A veces no le veo pero le siento cerca. Entonces, me doy la vuelta y le veo hablando solo: schhhs schhsss chhssss ssssshhheeee. Sí, parece que así es como se recarga. Un beso mío seguro que le recargaría el triple.

Una vez tropezamos. ¡Sí, tropezamos! Al doblar una esquina... no había nadie aún... Pero justo después de la esquina había una exposición de robots, esos de último modelo que siempre sacan fuera para que la gente los desee, y me atrajo TANTO, me sedujo TANTO una vez que estuve cerca, que el campo magnético de los robots se unió a mi excitación y acabé propulsada hacia su pecho... ¡y como fue algo magnético, nos quedamos pegados los dos, y los dos cuerpos encajaban! Después de eso jamás pude volver a estar sola sin sentirme vibrar... Electricidad residual... Baterías contaminadas... Humedad destructiva...

Cuando escribo estas cosas, mis dedos lanzan pequeñas chispas de luz azulada sobre las teclas... ¡Y eso que son de plástico! Y he cambiado la disposición de mi cuarto: ahora es el salón, y los invitados dicen que el nuevo salón es demasiado claustrofóbico.

Una vez vino a dormir a casa una amiga que practica el tarot. Sus programas de televisión son una frikada, porque se pone a predecir el futuro de cualquier cosa. Por ejemplo, sabe lo que va a pasarfles a los robots que exponen fuera de la tienda. Dice que uno de ellos se transformará en el líder de los demás y que se pondrán en huelga para protestar por las interferencias de las WIFIs en sus interacciones.

Cuando esa amiga mía llegó aquí, notó presencias. Presencias eléctricas. Yo, claro, me empecé a reír, aunque también me asusté porque mi corazón, eso lo sabía bien, funcionaba por punkyelectricidad. Las dos juntas, abrazadas en un extraño ritual parafísico, atarajimos la fuerza de la electricidad hacia nosotras y fue más fuerte que fumarse una caja de porros. Se nos metían las vibraciones en el vientre y no podíamos parar de reír. "Si mi novio supiera esto", me dijo. Y yo, flipada pero con ganas de ser coherente, le dije: "Tráete a tu novio aquí un día; ya verás cómo dejáis de pelearos después de esto".

Os seguiré contando cosas. Está claro que seguirán pasándome.